Argostoli, Cefalonia

11 de Junio 2019

Para llegar a Argostoli, capital de Cefalonia, hay que recorrer navegando una espiral de 270 grados de una longitud de casi cinco millas.

El fondeo aquí es cómodo porque se accede fácilmente a la ciudad, incluso cuando vamos con las bicis, que llevamos a tierra con la auxiliar.

En el año 1835, Mr. Stevens descubrió en Katavothres, al norte de la península de Argostoli a unos 3 km de la capital, algo extraño que llamó su atención. En un lugar entre las rocas el agua de mar literalmente desaparecía. ¿Pensaría a lo mejor que Poseidón clavó su tridente en ese punto para que la tierra se tragara el agua?

Personalmente no lo creo porque Stevens demostró ser una persona inteligente y sobretodo ingeniosa. Seguramente pensaría en la forma de aprovechar toda esa energía generada y en el punto donde desaparece el agua de mar construyó molinos para moler cereales. Los bautizó como Molinos de Mar Stevens. Durante el terremoto del año 1953 los molinos fueron destruidos y se reemplazaron por el actual.

No fue hasta el año 1963, cuando un grupo de geólogos decidieron desvelar el secreto de Poseidón y darle una explicación científica a la extraña desaparición en Katavothres del agua de mar. Agregaron una sustancia que teñía el agua y esperaron para ver por donde salía. Tuvieron que esperar dos semanas y catorce kilómetros al noreste, al otro lado de la isla, para que apareciera el agua tintada. El agua de mar viajó por ríos subterráneos, se mezcló con agua de lluvia y salió salobre al lago subterráneo Melissani, desde allí fluyó al mar pasando antes por otro lago, Karavomylos, de agua dulce, que desemboca en la bahía de Sami. La explicación geológica del fenómeno me sorprende, Poseidón ha quedado más que superado.

Estas tortugas confiadas son alimentadas por los pescadores locales. Ellas acuden cada mañana al muelle donde se amarran los barcos de pesca. Dan vueltas, se sumergen y como si supieran que están siendo fotografiadas y filmadas por los turistas hacen sus piruetas de sirenas gordas.

Vathy, Itaca y al sur de Cefalonia

9 de Junio 2019

Ayer salimos de nuestro fondeo de dos días en Vathy, capital de Ítaca, la isla de Ulises, donde estuvimos fondeados junto con una veintena de veleros.

El espejo de agua de la bahía de Vathy es como el aceite durante las mañanas, haciendo que sean plácidas.

Pero cuando salta el viento de noroeste después del mediodía, se acelera dentro de la bahía y las ráfagas son poderosas.

El mar parece que hierve de forma desordenada con crestitas blancas mientras que el viento sopla enérgico y hace que los veleros fondeados bailemos, al son de su voz de bajo, todos el mismo paso, entre ráfaga y ráfaga.

Llegamos al fondeo de la Bahía Spartiá, al sur de la isla Cefalonia. El sol se ponía detrás del acantilado y el contraluz me impedía ver con claridad pero pude distinguir que resultaba imponente.
Fue hoy, a la mañana temprano, cuando pude contemplarlo, me quedé un buen rato observando lo que la naturaleza había tallado. Entonces vi la escena y además, tuve el nombre para el acantilado.

Es el Acantilado de los Penitentes, tan extraño e imponente como inestable. En ese curioso equilibrio los penitentes encapuchados vestidos con túnicas y capirotes van en procesión entre las torres alargadas de iglesias y catedrales góticas. La expiación les llegará tal vez con la próxima tormenta, que debería ser lo suficientemente fuerte para lavar sus culpas con la lluvia y derretir sus túnicas. Entonces las torres y las iglesias comenzarían a desdibujarse hasta acabar en el fondo del mar. Luego aparecería otra escena en el acantilado, con otra historia diferente y quizás, nunca más vuelvan los penitentes.

A siete metros de profundidad debajo del Acantilado de los Penitentes se vive otra escena distinta, aquí las algas se divierten, juegan a ser cebras de mar.

Bahía Tranquilidad y Ormos Vliho

3 de Junio de 2019

Hoy hemos cambiado de fondeo, estamos en Mytikas, localidad jónica en la parte continetal de Grecia. Pero la historia que quiero contar ocurrió hace más de una semana en otro fondeo en la isla Lefkada, en Bahía Tranquilidad frente a Nidri. Un canal como cuello de botella da paso a otra bahía casi cerrada, Ormos Vliho.

En el listado de averías transitorias de esta temporada teníamos el sistema de calefacción, que ya está reparado; el motor fuera borda y sus caprichos, el capitán en más de una oportunidad de haber tenido un hacha cerca lo habría destrozado, pero de momento funciona como un reloj. Para nuestro pesar, la peor avería fue cuando descubrimos que la desalinizadora perdía agua.
Si hay algo que adoro del capitán son sus manos porque no sólo son hermosas, también son fuertes y habilidosas, junto con su destreza para solucionar problemas y su poder de improvisación en los momentos difíciles no hay avería que se le resista. Y con este currículum, metió mano a la desalinizadora. La solución parecía simple, si hay pérdida de agua hay que cambiar las juntas tóricas. Cuando llevábamos unas veinte juntas cambiadas, de distintos diámetros, algunas de ellas las teníamos en el barco pero otras fueron difíciles de encontrar, la desalinizadora seguía perdiendo agua pero por sitios diferentes. Era frustrante. Además, el momento culminante de desilusión fue cuando supimos que la maquinita en cuestión tiene cincuenta y seis juntas tóricas. Entonces el capitán y yo nos miramos y supimos sin hablar que era tarea imposible, la desalinizadora acabó embalada en una maleta lista para ser enviada al servicio técnico de Barcelona. Pero ¿desde dónde?

Desde Marina Vliho, al fondo de la bahía. Con la maleta dentro de la auxiliar y el motor fuera borda a pleno rendimiento, por la cuenta que le trae, recorrimos toda la bahía hasta el fondo de Ormos Vliho. Pasamos por delante de varaderos donde un tractor tira de los barcos para sacarlos del agua y luego disponerlos, apuntalados con palos y un bidón enorme sosteniendo la popa, sobre cantos rodados en una fila en la orilla a escasos centímetros del mar.

Finalmente encontramos Marina Vliho entre dos cementerios. Uno donde los difuntos tienen las vistas hacia la bahía pero interrumpida por un laberinto de barcos fuera de su elemento, o sea, en tierra.
“¿Qué hacen estos barcos aquí? ¿Interrumpen nuestro descanso o entretienen nuestro eterno aburrimiento?”

Y el otro cementerio está en el mar donde los difuntos se ven oxidados, dolorosamente escorados o sumergidos a dos aguas.

En Marina Vliho han sido muy cordiales y nos han hecho el favor de entregar la maleta al transportista.

De vuelta en Nidri, nos fuimos de excursión a la cascada. Nos sorprendió la primavera en los limoneros, naranjos, olivos y granados, también las buganvillas, jazmines, pasionarias, higueras y nogales, luciendo flores y enérgicos verdes.

Y la agradable sorpresa: una caída de agua suave y tranquila, como de encaje, a veces transparente, otras plateada y blanca, con un canto relajante.

Gotitas pulverizadas humedeciendo la piel, otras gotas gordas rebotando en las piedras y unas finas sumergiéndose encantadas mientras un cangrejo espía atento a una rana.

Las Ítacas

Un lema para mí tiene que surgir de forma espontánea, no me vale tener que ponerme a pensar en uno. En estos dos últimos años, al inicio de la navegación, tenía claro cuál sería el lema de esa temporada. Sin embargo el de este año, no. No lo había encontrado o el lema no me había encontrado a mí. Entonces conocimos en Preveza a Luis y a Carlos, navegantes experimentados, y tuvimos charlas con intercambio de datos náuticos, cómo suele pasar cuando se reúnen quienes comparten afición. Charlando de viajes, Luis me envió un enlace de un poema de Constantino Cavafis, poeta griego nacido en Alejandría, se llama Ítaca.

“Cuando emprendas tu viaje a Ítaca pide que el camino sea largo”…
Así comienza el poema. Cuando terminé de leerlo entendí qué significaban las Ítacas y supe que ya tenía mi lema:
El anhelo de cada día de enriquecer la vida.

Aunque tenga presente el destino no debe convertirse en el objetivo del viaje. Cada día es un trayecto, un proyecto que merece ser atendido con exclusividad y el recorrido del viaje cobra más importancia que el destino final.

Claro que estoy viviendo una situación privilegiada y parece fácil decirlo en éstas circunstancias. Pero, aunque parezca algo muy trillado, si traslado mi lema al día a día, con las prisas, el trabajo y la falta de tiempo que no permite ponerse filosófico porque hay que ser práctico, si de vez en cuando recordara que a la mínima en que apareciera un buen momento atraparlo, saborearlo, respirarlo y, aunque sea efímero, no dejarlo escapar.

¿Qué significan las Ítacas para ti?

Meteora, donde los monasterios tocan el cielo

Dejamos el Oxalá amarrado en el muelle de Preveza para hacer en coche 290km hasta Kastraki. Desde allí sale la carretera que conduce a los Monasterios de Meteora.

Pensar que hace miles de años en esta zona había un río que encontró otra salida al Mar Egeo y acabó secándose. Luego la erosión y los terremotos esculpieron el emplazamiento dando origen a este paisaje original. Los macizos están formados por millones de cantos rodados apelmazados dando forma a gigantes romos, con grutas y cuevas. Algunas formaciones son enormes y solitarias, otras alargadas y más pequeñas. Las hay formando un racimo vertical de distintas alturas con rocas planas en las cumbres como sombreros. Muchas se comunican a través de cascadas de vegetación de un verde intenso. Las he visto como rinocerontes escondiendo las cabezas dentro de otro macizo. También hay torres en curioso equilibrio, como las que a veces hacemos apilando piedras planas de mayor a menor tamaño.

En el siglo XIV el monje Atanasio, después de ser expulsado del Monte Athos, se encontró con unos macizos tan maravillosos como imponentes. Supongo que estaría tan sorprendido que pensó que esas rocas sólo podrían haber sido enviadas por el cielo y tuvo la inspiración de construir en lo más alto un monasterio para retirarse y rezar más cerca de Dios. Fundó el Gran Meteoro o Monasterio de la Transfiguración con ayuda de otros monjes y fieles.

Luego surgieron más monasterios suspendidos del cielo, lo cual resultaba perfecto para defenderse de los turcos. Durante la Segunda Guerra Mundial las tropas alemanas destruyeron y arruinaron muchos de ellos porque la resistencia griega se refugiaba en ellos. Hoy día son Patrimonio de la Humanidad y quedan seis Monasterios que acarician el cielo en las cumbres de los macizos de Meteora.

Los monjes se jugaban la vida cada vez que subían, pero ahora para llegar por ejemplo al Monasterio de la Santísima Trinidad sólo hay que subir y bajar 160 escalones de piedra más varias rampas de inclinación agotadora.

La emoción motiva, merece el esfuerzo. Comprendo lo que sentía el monje Atanasio cuando contemplaba extasiado desde la cumbre de las rocas que envió el cielo.

Berlín

Para llegar a Preveza, donde el Oxalá hibernó en una cuna acampado en Marina Cleopatra, hicimos una escala en Berlín donde nos quedamos tres días para visitar la ciudad. Un tour nos llevó por los lugares imprescindibles. Pero, además de saber que Berlín fue una ciudad dividida y luego unificada, aplastada y reconstruída, a medida que íbamos caminando por sus calles conociendo su historia, monumentos y memoriales, he intentado observar y recibir emociones. Entonces ¿qué podría contar de Berlín? Mis impresiones.

Cuando Napoleón cruzó la Puerta de Brandeburgo se enamoró de Irene y se la llevó a París. Irene, la diosa griega de la paz que conduce una cuádriga, controla y mira con desdén todo cuanto pasa por debajo de la puerta. En París se quedó prisionera hasta que la liberaron para volver a ocupar su lugar de origen, en lo más alto de la Puerta de Brandeburgo y, además, cambió su nombre por Victoria

Paseando bajo los tilos, el bulevar conduce a una de las plazas más populares, Alexanderplatz, desde lejos destaca la torre de televisión más alta de Europa. A ambos lados del bulevar asoman como cabezas por encima de una multitud de techos, cúpulas verdes y una hermosa dorada, la cúpula del museo de la sinagoga; torres de iglesias protestantes y otras torres puntiagudas como las del barrio de San Nicolás que por cierto, este rincón de Berlín es de mis preferidos.

A un lado de la iglesia de San Nicolás hay un oso que sostiene un escudo con un águila, símbolos de la fauna que abundaba en el Tiergarten, donde la realeza acostumbraba a ir de caza. También, en mi barrio favorito, un jardín separa una cervecería de la escultura de San Jorge en su eterna lucha con el dragón.

En pleno barrio judío nos dejamos perder por los jardines y patios que aparecen entre los edificios. Allí encontré una mano, envidiosa de las enredaderas que trepaban por la pared del edificio se descolgó de la ventana para acariciarlas y en su intento estiró los dedos y allí se quedó.

No sabría decir cuantos memoriales hay en Berlín, ninguno de ellos deja indiferente y todos emocionan. Sólo voy a comentar sobre el de Bebelplatz en la isla de los museos.
Una noche de locura del año 1933 un grupo de jóvenes nacionalsocialistas llevaron a la hoguera más de 20.000 libros de autores judíos, en la plaza Bebelplatz. Hoy día en memoria de esos libros, las estanterías que ocuparon siguen vacías y en blanco, como la mente de los irracionales que los sacrificaron.

En Gendarmenmarkt, a cada extremo de la plaza hay un templo y como si se miraran en un espejo son simétricos. Es una plaza orgullosa por su belleza y si se cierran los ojos hasta podría escucharse la novena sinfonía de Beethoven vibrando desde la sala de conciertos.

Check Point Charlie

Berlín estaba en el corazón de la Alemania Oriental dividida en una parte comunista al Este y una parte capitalista al Oeste. La zona occidental a su vez se subdividía entre EEUU, Inglaterra y Francia. El muro rodeaba por completo la zona occidental, como un lunar ajeno y codiciado al que no se podía entrar.

Algunas fotos del East Side Gallery (era el punto más oriental de la zona occidental).

En el Restaurante Stäv comimos salchichas con patatas y chucrut con una buena cerveza alemana y de postre, no podía faltar,una generosa porción de tarta de manzana tibia con helado de vainilla. Delicioso.

Finalizamos con un buen paseo por la rivera del río Spree, donde las glicinas se suspenden encima del agua mientras regalan a los visitantes su aroma malva.

Marina Cleopatra

De 14 a 18 de Setiembre 2018

14 de Setiembre

Llegamos al final del viaje, se acaba la aventura de navegación de este verano. Como dice Mingo «navegar la vida» haciendo frente a las inclemencias buscando el refugio adecuado y disfrutando de los momentos. Los disfrutes y disgustos durante la navegación son muy intensos. Las cosas más simples y elementales como comer, darse una ducha, dormir bien pueden transformarse en auténticos placeres o desesperantes tormentos, todo depende de la circunstancia de la vida en navegación.

De regreso de Vonitsa nos sumergimos en las tareas de preparación para el hibernaje del Oxalá.

Llevamos unos días limpiando, ordenando y ahora continuamos las tareas amarrados al muelle de Preveza.

15 de Setiembre

En Marina Cleopatra con eficacia y rapidez levantaron el Oxalá, limpiaron la obra viva con agua a presión y lo llevaron a su lugar para pasar el invierno.

La «cuna» con 11 puntos de apoyo nos da seguridad, son muy profesionales.

Los barcos forman un abarrotado bosque de palos. Aunque todo está muy ordenado, como en una urbanización, con calles y números cada barco tiene su parcela y una torre con luz y agua cada dos barcos.

Las instalaciones de duchas y baños están muy limpias y confortables. Lavandería y tendal para la ropa, como si estuvieras en casa! Cafetería restaurante, una taberna a las afueras de la marina, minimarket con lo elemental, asistencia técnica y tienda náutica. Y por si necesitas algo mas la marina ofrece un servicio diario gratuito que va y viene a Preveza cruzando el canal en embarcación.

Aquí nos quedamos un par de días y volvemos a casa. Volamos desde Preveza a Nápoles donde nos quedaremos dos días. Espero disfrutar un buen plato de spaghetti ai frutti di mare y una pizza napolitana!!!

Finalmente desde Nápoles tenemos vuelo a Barcelona y de allí a Jerez.

Que descanses Oxalá!

Vonitsa

De 11 a 13 de Setiembre 2018

Pasamos por Marina Cleopatra para despedirnos de Andrea, Roberto y Pier Luigi y nos adentramos en el Golfo de Ambracia, Golfo de Arta o Amvrakikós Kolpós en griego. Es un golfo sobre el Mar Jónico al noroeste de la parte continental de Grecia con unos 40 km de largo y unos 25 km de ancho, al cual sólo se puede entrar por un estrecho de 700 metros de ancho situado entre Aktio al sur (donde se sitúan las Marinas Ionian, Aktio y Cleopatra), y la ciudad de Preveza al norte. Ambas orillas comunicadas entre sí por un túnel.

El Golfo no es muy profundo. Está practicamente cerrado y tiene un sinfín de calitas protegidas y zonas de fondeo, marismas, pequeñas islas y piscifactorías.

Entre el universo que forma este irregular y enorme golfo que sirvió hasta el año 1913 de frontera entre el Reino de Grecia y el Imperio Otomano se halla Vonitsa.

Lo que llama la atención nada más llegar es el castillo veneciano en lo alto de la colina. Para subir hasta la entrada se recorre un paseo rodeado de árboles y vegetación.

El castillo está amurallado, rodeándolo el paseo va por la orilla del mar entre eucaliptos y pinos.

Pasa por delante de la iglesia de Santa Sofía, hasta llegar al pueblo.

Desde el mar Vonitsa se despliega frente a la playa con su paseo marítimo con tabernas y cafeterías.

En la playa sombrillas y tumbonas públicas invitan al descanso.

Vonitsa es un pueblo tranquilo que se disfruta de forma relajada.

El Oxalá es el único barco fondeado

Levkas town

De 29 de Agosto a 10 de Setiembre

La deliciosa cena de Ligia fue a modo de despedida de nuestros amigos Nancy y Adrián que regresaron, atesoro los buenos momentos compartidos con el deseo que repitamos experiencia el próximo verano.

Entonces comenzó otra etapa estática, sin salir a navegar amarrados al muelle de Levkas capital. Teníamos mas o menos un plan diario. Temprano por la mañana era el momento perfecto para salir a andar en bici. Aprovechábamos para hacer la compra diaria de pan y fruta. Mingo tenía y siempre tiene alguna excusa para visitar tiendas náuticas o ferreterías.

Mi salida preferida era ir hasta una cala al norte de la isla entre los molinos y un monte arbolado.

Disfrutar del baño en las turquesas aguas griegas que varían de color según la incidencia de la luz del sol. Con parches azules oscuros cuando hay algas debajo o degradando al verde cuando refleja la vegetación y los árboles de la costa. En los chiringuitos de la playa se puede tomar un frappé mirando al mar.

Levkas ciudad es muy comercial, la calle peatonal es muy entretenida llena de comercios. El paseo que rodea el lago salado tiene un puentecito que, sin duda, es el lugar más fotografiado de la ciudad, sobretodo al atardecer cuando las vistas desde el puente son magníficas.

Pero además, a lo largo del paseo, se descubren tabernas y rincones de griego encanto.

Así que teniendo tantas cosas por ver y disfrutar se nos fueron pasando los días mientras esperábamos la llegada de nuestros amigos italianos Andrea, Roberto y Pier Luigi. Encontramos hueco en el abarrotado muelle de Levkas para el Ladybird, el velero de Roberto y Andrea.

Como anfitriones les enseñamos la ciudad, incluído mi paseo preferido en bici que compartí con Andrea. Ella en la bici de Mingo, juntas recorrimos toda la carretera que bordea el enorme lago salado y pasa delante de los molinos hasta llegar a mi cala adorada. Por supuesto frappeamos frente al mar!

Finalmente nos movemos, ya era hora! Nos vamos todos, el Ladybird y el Oxalá tripulación incluída, a Preveza. Amarramos en el muelle de la ciudad.

La playa de Preveza huele a eucalipto.

Los árboles llegan hasta la orilla de piedrecitas, cada poco duchas de agua dulce y sombrillas públicas confortan el baño.

Las aguas no son tan cristalinas porque estamos en la salida del canal del Golfo de Ambrakia pero el ambiente está cuidado con mimo.

Como casi todo lo que se ve en Preveza está hecho con esmero y da gusto estar.

Cena adorable compartida con Andrea, Roberto y Pier Luigi en un rincón de griego encanto.