Fondeos

Habitualmente, antes de llegar a destino, valoramos del lugar que posibilidades tiene de amarre en puerto, marina o muelle, y si hay fondeos a su alrededor. Además, en caso de fondeo, evaluamos que refugio ofrece de acuerdo al pronóstico del tiempo. El viento manda, ordena, impone el rumbo, nos traslada cuando hincha las velas, nos inmoviliza cuando no es conveniente. Nos refresca o agobia, nos hace mecer suavemente en una noche tranquila o estar alertas cuando canta grave. Puede silbar, rugir, acariciar, traernos aromas de pino y adelfas a modo de bienvenida cuando llegamos a tierra. También puede llenarnos de polvo, de cenizas, de mosquitos o de olores sulfurosos, malolientes y picantes. En esta forma de vida de navegantes el viento es el aliado y también el contratiempo.
Pero hablando de amarres en puerto, no es precisamente el viento el único que impone sus condiciones. En Lefkada capital no pudimos amarrar al muelle porque estaba totalmente ocupado por varias flotas de barcos charter. Eso nos obligó a seguir de largo. En ese momento nos sentimos frustrados porque nos gusta la ciudad. A cambio fondeamos más al sur, en Bahía Tranquilidad y encontramos la forma de llegar a Lefkada en autobús.
El mal tiempo nos acompañaba cuando llegamos a Mytika, teníamos frío estaba húmedo por la lluvia y el cielo, cubierto de nubarrones oscuros, auguraba que continuaría de esa forma todo el día.

Nos habría gustado amarrar al muelle pero no era posible ya que el puerto no ofrecía espacio suficiente para maniobrar y además estaba completo. Fondeamos cerca de la bocana.

Rincones de Mytika

En Kastos directamente nos quedamos en el fondeo, otra vez se repitió el patrón de muelle abarrotado de barcos charter.

Incluso con lineas a tierra.

Al sur de Lefkada, en Vasiliki, el puerto antiguo no tiene calado fiable, a su lado hay una hermosa marina en construcción pero que aún no está disponible.

Nuevamente fondemos cerca de la bocana de entrada a puerto. Fue muy incómodo, las olas nos llegaban de lado, por la banda de babor, el barco se movía como un péndulo y cuando entraba en resonancia no nos alcanzaban las manos para sostener todo lo que pudiera caerse como una taza de té, una botella de agua, una puerta de armario del baño que se abre y caen las cosas directamente dentro del váter. En la ducha, el agua nunca llegaba a caer donde estaba mi cuerpo, cuando yo intentaba inclinarme buscando el chorro de agua, ésta ya estaba en el lado contrario.

Zakynthos

Pero no todos los fondeos son incómodos los hay plácidos y amables como en Argóstoli, frescos como en Zakynthos, silenciosos como en Katacolon, sin olvidar la danza del viento en Itaca y el sorprendente Acantilado de los Penitentes.

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